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jueves, 26 de enero de 2012

La luna me sabe a poco.

Decía que tenía el corazón alicatao hasta el techo,  que a ver si no podía hacerle yo una cenefa a besos
pa llenar de porvenir los bolsillos del mandil y colgar un recuerdo de cada azulejo, y es que ná le da más asco que aguantar como un peñasco a que pase el invierno, que le diga que ya nos veremos,
que ha vivido en un silbido orgullosa de haber sido una yegua sin freno, desgastada de andar por el suelo.
Le dije que a la noche por los poros me salían mares, soñando que me hablaba y me agarraba a sus cuerdas vocales, que no hay quien pueda dormir escuchando mi latir, que parece que está masticando cristales, tengo un gato en las entrañas, un tembleque en las pestañas y muy poco tiempo, si me dice que ya nos veremos.

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