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sábado, 5 de noviembre de 2011

Lo más difícil de aprender en la vida es: qué puente hay que cruzar y qué puente hay que quemar.



¿Sabes? Hoy me he dado cuenta de una cosa: que no me importa el qué dirán, lo que realmente importa es lo que yo pienso de mí misma. Yo soy la autora de mi vida, la única con derecho a juzgarse. La que es consecuente con sus actos, sin dejar de lado sus principios. El problema es que el escribir con tinta china puede provocar algún tachón. Me he dado cuenta de que no pasa nada: borrón y cuenta nueva. Ah, ¿sabes qué? Que me da igual lo que se lleve hacer. Pero que no es lo que se lleve o se deje de llevar, es el autoengaño y el afán de desquite. Te diré una cosa: sólo quien bien me conoce sabe quién soy.  Aunque de vez en cuando me lo tienen que recordar, como ayer. Vaya, al parecer ni yo misma lo sabía. Parece ser que a veces se anda tan perdida que se olvida. Hay veces que necesitas de alguien que te diga,  “Oye, mírate al espejo. ¿A quién ves?” Hacía tiempo que no me lo replanteaba, y aunque parezca que sí, tampoco he cambiado tanto. Sí, y también me he dado cuenta tarde de que toda la leña arde. Gotita a gotita se va llenando el vaso, hasta que llega esa gota que lo colma. Y que hace que se derrame todo el agua por el suelo. Llega un punto en tu vida en que te das cuenta quién importaquién nunca importóquién no importa más, y quién siempre importará. De modo que no te preocupes por la gente de tu pasado: hay alguna razón por la que no estará en tu futuro. Y ellos sólo ven el 

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