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Después de la decepción viene una fase de reflexión intensa. Te planteas muchas cosas. Retomas la balanza de las cosas positivas y negativas y la haces funcionar de nuevo. Y, en este caso, pesan más las cosas negativas... Sí, por mucho que llegue a frustrar es así.
Y, bueno, como no quiero extenderme mucho y no quiero pensar más en este tema, doy paso a la fase de decisión. Ya ni siquiera cojo el teléfono. Sólo queda esperar a que entienda y deje de insistir. ¿Que quizás no es esta la mejor forma de terminar las cosas? Sí, quizás no la sea... pero uno se cansa ya. Hay tantas cosas que no entiendo y que he intentado buscar explicación... Pero, en fin.
Ahora a INTENTAR no rayarme más y dejar que el verano siga su curso. Porque... ¡hay tantas cosas en las que pensar!